viernes, 22 de mayo de 2009

FESTIVAL DE CANNES 2009 (PARTE I)

Vuelve Cannes, sin duda, el evento de arte cinematográfico más relevante del globo. Aunque cierto es que en los últimos tiempos ha adquirido derroteros de nueva planta debido a la constante e incesante plaga de los filmes comerciales. Como en todas las ediciones, exuberantes sorpresas, decepciones amargas y obras de una tibieza más que desbordante.

Entre las “aparentes” desilusiones que ha dado el festival se cita Francis Ford Coppola con su obra intimista y personal Tetro. La película inauguraba la Quincena de realizadores, evento paralelo a la sección oficial, siendo la expectación apabullante. Es el segundo filme facturado por Coppola tras su ansiado regreso, después de realizar “Juventud sin Juventud”, inédita en nuestro país. El resultado ha sido contradictorio, dividiendo a la opinión, aunque ha sido fruto de un gran escarnio por parte de los sectores más reaccionarios; la crítica española la desmenuza con rabia, con tristeza, con consideraciones y valoraciones denotadamente negativas. Boyero en El País la tacha de “bastante lamentable”, “diálogos pésimos, personajes poco creíbles”. Luis Martínez de El Mundo la valora “como una excepción” aunque por otro lado afirme que “Coppola siempre es Coppola, y eso no hay nadie que pueda discutirlo”. Marchante de ABC es rotundo: “Otra perla negra en la curiosísima filmografía de Coppola”, añade además: “Otro abollón más en la armadura de este viejo guerrero”. Borja Hermoso, también de El País, la califica “como una película fallida, extrañamente fallida”. En síntesis parece observarse que la crítica nacional es bastante unánime en la consideración de la película. Al respecto de la crítica internacional hay de todo: Variety la considera mejor que su predecesora aunque la esquilma igualmente, mientras tanto Le Monde y Hollywood Reporter le otorgan consideraciones favorables.

A. Amenábar presentaba en Cannes su película Ágora; encuadrada en la Alejandría del siglo IV de nuestra era, busca aleccionar en el espectador los baluartes de intolerancia y fanatismo sobre los que se asientan las religiones y las ideologías herméticas. La mirada social de la Alejandría del siglo IV se realiza a través de Hypatia, interpretada por la bella Rachel Weisz, “guardiana” del pensamiento y del saber del mundo antiguo. El imperio romano, ya debilitado desde el siglo III d. C., muestra sus últimos resortes de vida. Por su parte, el pueblo cristiano pasa de ser objeto de persecución a convertirse en protagonista de actos atroces de intolerancia, de fundamentalismo contra todo ideal que se aparte del camino marcado por su doctrina; es la conversión de las víctimas en verdugos, hecho tan evidenciado a lo largo del devenir de la humanidad. La Alejandría referida marca el comienzo de una nueva etapa, una nueva época que únicamente se podrá definir a través de una sangría de dimensiones apocalípticas entre las religiones y maneras de pensamiento que habitaban en el siglo IV la urbe levantada por Alejandro Magno. Como se ha mencionado, los ojos de Hypatia nos muestran los entresijos del mundo en el que vive. Ella, como representante del legado cultural de la Antigüedad, acabará siendo una víctima de la intransigencia de los hombres que luchan por imponer sus formas de pensamiento, sus convicciones, sus teorías por encima de todo, incluso por encima del derecho a la vida. La Antigüedad clásica llega a su fin, el Medioevo con su providencialismo divino comienza su singladura.
La película ha sido bien acogida; la historia está bien contada partiendo de una estructura narrativa perfectamente engrasada. Sobresale formalmente, destacando la reconstrucción de la Alejandría del siglo IV. Las interpretaciones equilibradas; Weizs está bien, “aunque no soberbia”, mientras que los actores secundarios parecen flojear un poco. La crítica, en general, pese a elogiar el buen “esqueleto” con el que cuenta la película, hecha en falta que la historia embargue los sentimientos, que emocione al espectador. Circunstancia, que al parecer, no da llegado a lo largo del metraje.

SALUDOS.